POR: METALMAN
Que Shinji Mikami lance un nuevo juego es siempre una buena noticia, porque su estilo sigue estando vigente y porque el terror interactivo moderno necesita saber de su auténtico adalid. The Evil Within.
Es complicado tratar con la última obra de "Mr. Evil", por culpa, posiblemente, de unos intereses iniciales que no se han llegado a plasmar en la obra final. Mikami prometió volver a las raíces, a las sensaciones más básicas que transmitió con BioHazard y al terror en estado puro.
Lo cierto, siendo sincero, es que de inicio uno no sabía muy bien que esperar: ¿un título cercano al primer o al segundo Resident Evil? ¿algo más próximo al 4? ¿una mezcla entre ambos?...quiero pensar que la idea era esta última, la de mezclar las limitaciones de los originales con las ventajas de su entrega más modernizada.
En algunos aspectos se parece a todos ellos, sin duda, pero una vez concluido tira más hacia el exceso de la acción de RE5 que hacia cualquier otro.
Es más, esa sensación de niveles lineales o de caminos predefinidos es lo que más le asemeja a la quinta entrega de la franquicia, ya que en los anteriores era más difícil ver los muros sintéticos que nos contenían. En los originales de PSX "parecía" que podíamos transitar por un grandísimo mundo, y ya en la cuarta entrega aumentaba esa sensación de amplitud...En RE5, en cambio, se percibían entornos muy delimitados.
Así pues, lo primero que extraña en The Evil Within es ese muro tan evidente: Parece transcurrir fase a fase, además de proponer cambios estéticos imposibles entre ellas. Es como un conjunto independiente de lugares: Nunca te dará la sensación de que te vas a perder, y la exploración en la mayoría del juego es algo excesivamente limitado y cuadriculado. Ya con esto, por muy extraño que os parezca, muere gran parte del verdadero espíritu Survival Horror, porque para el jugador no existen márgenes más amplios para la esperanza.
Puede parecer extraño que comience con este motivo, pero es el que estrangula al juego a cada paso que damos. Para que lo entendáis de forma más práctica, digamos que existen ciertos niveles que recuerdan (muchísimo) a RE4, en los que nos podremos mover por "pequeñas villas", buscar lugares oscuros en donde escondernos y rutas alternativas por las que acechar...Esta parte sería la buena, la que nos permite actuar con cierto margen y emplear nuestras propias tácticas de supervivencia.
Por el otro lado, nos encontramos con entornos cerrados, pasilleros y demasiado escriptados: Un pasillo con una serie de puertas, en el que solo se van a abrir las que le interesen al guión. Para aumentar aun más esta sensación de juego por niveles con tan limitada interacción, le sumamos la aparición de ciertos enemigos indestructibles, de los que solo podemos escapar una vez comprendamos que no hay nada más que hacer al respecto: es decir, después de morir en varias ocasiones.
Se siente muy extraño, porque la mecánica durante el juego es siempre la misma, pero los niveles no permiten aplicarla de igual manera en unos que en otros, por lo que al final, algunos de los mismos, se sienten como una especie de Gears of War macabro...
No es que falle por culpa de esa linealidad, que funciona en muchos otros juegos, es que no está bien definido el gameplay durante esos momentos, porque no hay donde esconderse y porque te fuerzan a disparar (se puede actuar con sigilo, pero no siempre). Deja de tener sentido lo que propone, porque no permite que lo apliques. Aun viéndolo como un gran fallo habrá a quien le guste, pero con estas acciones se corre el riesgo de crear un juego que no pertenece al género que estás indicando.
Dejando a un lado ese problema (discutible, lo reconozco), The Evil Within mola bastante. Estéticamente es muy pertubador, y contiene algunos lugares y enemigos realmente terroríficos. En esta ocasión, parece que Mikami ha empleado un estilo visual que recuerda más al de Clive Barker que al de Romero, con sus típicos zombies.
En realidad, la mezcla justa sería: Resident Evil 4 + Silent Hill + Barker, y nos daría algo muy similar a lo que vamos a presenciar (estoy hablando de estética, ojo). Si te gusta el horror es un juego básico a nivel atmosférico, y no quiero olvidarme de su gran cantidad de gore, que lo eleva un punto más.
Siguiendo con sus propuestas, en The Evil Within se nos anima a escondernos, a acechar a los enemigos, a ocultarnos bajo camas o dentro de armarios y a no hacer ruido: Existen momentos en los que somos el cazador (hay mucha acción) y otros en los que somos la presa. Funcionan mejor los primeros, por la variedad de armas y porque las situaciones se resuelven más a gusto y de forma más natural. Cuando encontramos enemigos aislados, o distraídos, el tema de matarlos con sigilo también está logrado, y es por eso que vuelvo a sentenciar: también por esto se pierde parte de ese tufo a lo Survival.
Otro problemilla, y pasa lo mismo que con las fases y sus abultadas diferencias de diseño, es que alternar entre ese cazador hábil y esa presa torpe no siempre da el resultado óptimo: cuando cazamos, las mecánicas funcionan, están bien afinadas, pero cuando huimos...simplemente podemos hacer eso: huir, y el juego vuelve a perder cierto encanto, porque no puedes huir libremente, y en ocasiones se te invita a permanecer dentro de un espacio tan minimalista y controlado que todo se vuelve un tanto ridículo (por ejemplo, al poco de empezar el juego, donde tendremos que ocultarnos de un mamotreto invencible y algo tonto, en un entorno muy mal diseñado, y con unas rutinas pilladas por los pelos).
La mayor parte de los fallos, insisto, se sienten por culpa de un mal diseño de niveles y de unas propuestas jugables que no siempre se pueden llevar a cabo dentro de los mismos.
No deja de ser divertido, pero siempre disfrutaremos más en unas partes que en otras.
A nivel gráfico, The Evil Within está muy currado, con decenas de efectos que ayudan a crear un buen ambiente, con texturas muy detalladas y con modelos muy bien construidos. Parece más un juego de séptima generación, pero se deja disfrutar. Le falta algún detalle realmente impactante en lo técnico, pero lo suple con un diseño de concepto que verdaderamente resulta terrorífico.
Si bien es suficiente en este último aspecto, el juego se lanzó con un nivel de rendimiento muy mal optimizado: a 30fps y con bandas negras que ocultan casi un tercio de la pantalla...y con bajadas puntuales de framerate. Se ha ido corrigiendo a base de parches, y ahora mismo "casi" funciona en condiciones, pero es una pena esta tendencia por lanzar juegos que no están en las condiciones óptimas.
En PC se pueden eliminar las bandas negras, en consolas no (tampoco en las de octava generación), y aunque Mikami hable de aspecto cinematográfico, yo veo más bien un burdo truco para ahorrar en afinación: Un tercio menos de escenario que calcular. (En referencia a esto: en un videojuego no hay lentes, ni proporciones que respetar, y puedes crear cualquier tipo de relación aspecto sin bandas...no existe la limitación del objetivo, ni el problema real de la profundidad de campo, ni nada parecido...).
Ocultación, acción, horror...y muy poco de terror (a la hora de transmitírselo al jugador, porque visualmente sí que lo muestra) son sus señas, junto a un diseño de niveles reprochable en algunos casos y con unos enfrentamientos muy mal diseñados (los de las huidas forzadas).
No es un Survival Horror, es un juego de acción con trasfondo terrorífico. Entretiene, divierte cuando no frustra (no son demasiadas ocasiones) y termina por resultar mejor que abortos del tipo Resident Evil 6, pero perfecto no es, desde luego.
Supongo que en el fondo es una decepción, pero lo cierto es que resulta divertido de jugar y más interesante que otras propuestas similares, por lo que recomiendo adquirirlo: Creo que es de esos juegos que en oferta merece la pena, pues por 20 o 30 euros nadie se llevará las manos a la cabeza, mientras que por 60 o 70 puede doler más.
Lo he disfrutado, pero he tenido que perdonarle bastantes errores: al final, pesan más los buenos momentos, y eso es lo importante. Solo por su genial ambientación y por el detalle de "las trampas" (diseminadas por todo el escenario, y muy peligrosas) bien vale la pena darle una oportunidad.
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