domingo, 4 de octubre de 2015

SHOX


POR: METALMAN

En 2002 Electronic Arts nos sorprendía con el lanzamiento de un arcade de conducción clásico a más no poder. Shox no triunfó de la forma que merecía, pero se convirtió en todo un indispensable para el amante del pilotaje más desenfrenado y desenfadado.

A día de hoy, finales de 2015, resulta excesivamente grato rememorar un género que apenas tiene presencia dentro del videojuego. El arcade de conducción, representado en el imaginario colectivo por títulos de la talla de Sega Rally, Daytona USA, Ridge Racer y similares, está muerto, porque la apuesta actual tira por el realismo, olvidándose de esos cielos de un azul imposible y de esas físicas concebidas para generar emoción instantánea, que no fidelidad al volante.

Parece que la ficción, el carácter desenfado o el exceso de color se empieza a re-interpretar como "de segundas". Infantil, me atrevería a aseverar. Solo se deja ver a través de los Indies (benditos ellos) y en juegos de bajo presupuesto. Hace poco ya lo mencionaba: uno empieza a sentir algo semejante a esa Nada que va engullendo poco a poco Fantasía.

Independientemente de esto (que es una realidad absoluta), y centrándome en lo que toca, PS2 recibía a comienzos del nuevo milenio un juego destilado por EA Sports Big, división de la todo-poderosa Electronic Arts, centrada en juegos cuya raíz partía de los deportes más excéntricos o extremos.


Fifa Street, SSX, Sled Storm...se puede decir que cubrían un espectro minoritario, pero muy dado a ese carácter desenfadado que prima en el arcade. Sus seguidores siempre han sido legión, por mucho que sus títulos naveguen entre lo excelente y la mediocridad más aceptable.

En este caso, y resultó en un acontecimiento inesperado, su foco se centró en la conducción sin complejos, tomando como referencia a los grandes monstruos del salón recreativo. Los colores que emplearon, esos diseños ambientales compuestos por paisajes evocadores y paradisíacos, la emoción directa por bandera...

Que bebe de los grandes es innegable, pero la gracia del título es que fue un paso más allá, marcando su territorio con un orín capaz de diferenciarse del de otras fieras. No solo se competía por el primer lugar o contra el crono, sino que ciertos segmentos de cada circuito incluían su propio desafío, que consistía en marcar el mejor tiempo dentro de esos límites.

Según el resultado, e insisto en que nada tenía que ver con la posición de ese momento o con el tiempo final, se optaba a tres medallas diferentes que ayudaban a desbloquear contenido o a engordar el marcador. Eran las zonas Shox.


Un marcador te indica cuando entras en una y cuando la finalizas. Durante ese sector la acción tiende a desbocarse, haciendo que el tempo sea más veloz. También, y esto se potenciaba al conseguir el oro dentro de los límites, aparecía un excelente efecto óptico (Shox Wave) que nos permitía, siempre que no lo perdiésemos de vista, aumentar el score hasta cifras impensables. Emocionante y desafiante sería la mejor forma de describirlo.

Seis participantes en pista, veintiocho pruebas divididas en cuatro categorías (la última de ellas es dura como una roca), modo apuesta (te jugabas tu vehículo, pero ganabas todo aquello que poseía el rival), multiplayer a cuatro bandas, veinticuatro vehículos por desbloquear y algún extra oculto. Bastante más duradero que la media de su clase.

El control: excelente, los gráficos cumplían bastante bien y todo se mostraba a una velocidad de vértigo. En las primeras tomas de contacto resultaba bastante llamativo el cambio de plano que se daba al realizar un gran salto, donde la cámara cambiaba rápidamente para mostrar nuestro vehículo, en slow motion, en tercera persona. Muy espectacular, la verdad. (Es curioso: la versión PAL solo funciona a 50hz, pero al ser un juego tan veloz no se lamenta la carencia del selector a 60hz...aunque hubiese estado bien).

El sonido también resultaba fantástico, así como cualquier otro detalle. Uno de los problemas que contiene, y más que un fallo es una simple exigencia que puede gustar o no, es el aumento de la dificultad en el último tercio del juego. De locura.


También añadiría que le faltó alguna temática extra en relación a los circuitos, ya que son muchas variantes y pocas localizaciones. Por terminar con los aspectos negativos, diría que el fallo auténtico del juego es potenciar la victoria (solo ocurre en algunos circuitos) mediante la adquisición de determinados vehículos, ya que sin ellos es bastante complicado alzarse con una victoria absoluta (es increíble lo diferenciados que están unos de otros).

El que no lo conozca se encontrará con un juego de la vieja escuela que aporta su pequeño granito de arena, y que parece más un trabajo japonés que un juego de EA. Su escaso éxito impidió que fuese lanzado en Xbox y Gamecube (en un principio se anunciaron las dos versiones), así como cualquier continuación. Una pena. 

Desde mi humilde punto de vista, es uno de los mejores arcades de su generación, y sus posibles fallos no pueden permitirse el lujo de tapar tantos aciertos como posee. Una pequeña afinación en los balances de varios aspectos hubiesen bastado para hablar de él como si de un joya se tratase, pero aun con esto es un juego de notable alto.

Clásico y en cierto modo básico.


2 comentarios:

  1. Ostia tio, ni lo conocía! y pinta realmente bien.

    Israel, deberías dejar de hacer este tipo de entradas pues me haces comprar juegos (ya lo hiciste con Kill Switch, y ahora con ShoX). ;)

    Ahora enserio, Buena entrada, y a ver si lo encuentro!

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    1. Pues creo es de los baratos, y es un arcade bastante apañado. Es de esos juegos que no esperas mucho y te sorprende, porque mantiene muy bien toda la esencia de los juegos clásicos de velocidad de Sega.

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