POR: METALMAN
Clásicos olvidados existen en cantidades enormes, y más aun si nos centramos en los abundantes catálogos de los populares ordenadores de los 80. Hoy toca hablar de un título mítico que causó furor en la plataforma por excelencia de Commodore: P.P. Hammer.
Demonware nos obsequiaba, allá por 1991, con un juego de plataformas y puzzles que no inventaba nada nuevo, pero que resultaba altamente adictivo y visualmente atractivo. Sus raíces partían, principalmente, de clásicos como Lode Runner, compartiendo con este la estructura de los niveles, sus abundantes escaleras para optar a diferentes alturas y algún que otro detalle menor, como la destrucción de bloques...
Lejos de crear un simple plagio, Demonware consiguió otorgarle a esa mecánica, de sobra conocida, un toque algo más aventurero y un sentido del humor del que carecía su inspiración.
Y es que P.P Hammer venía con una simpatía más propia de juegos como Super Mario y similares, contando con un carisma tan potente que era inevitable que gustara a cualquiera que se pusiera a sus mandos.
El diseño del personaje principal, con ese gran casco que lo ocultaba al agacharse, el gracioso bailoteo que llevaba a cabo tras completar un nivel, o el piti que se metía entre pecho y espalda si le dejábamos un rato parado, hacían de él todo un prodigio animado, y puede que no llegase a ser un icono por no ser más conocido.
Sus 60 niveles nos proponían buscar llaves, sortear trampas, esquivar serpientes y destruir bloques con nuestro martillo neumático (entre muchos otros), teniendo como finalidad encontrar o activar la salida del nivel.
Puede parecer simple, pero he de reconocer que algunas de sus fases se las traían. En ocasiones por culpa de un diseño excelente para la época, capaz de romper nuestro coco hasta dar con la solución. En otras, y debido a pequeños errores, las trampas y los enemigos, o los saltos sin margen de maniobra, nos podían causar algún dolor no deseado...
En líneas generales es un juego brillante, pero determinados obstáculos estaban mal colocados. Nada que lastrase a la experiencia en conjunto, pero ha de tenerse en cuenta.
Añadamos que romper bloques también suponía un peligro: Si no éramos suficientemente veloces, corríamos el riesgo de que la zona derribada volviera a aparecer, y esto era mortal, ya que quedábamos emparedados.
Para finalizar, le sumamos algunos Power ups, 5 ambientaciones diferentes y un sonido inolvidable, con algunas melodías, de esas que no paras de tararear, de por medio.
No tenía nada que envidiarle al clásico en el que se basaba, y hasta puede considerarse como un perfeccionamiento del mismo. P.P Hammer era un grande de su plataforma (también apareció versionado para C64 y C128) y por desgracia ha sido un título sin legado aparente.
En honor a la verdad, hay que decir que Demonware era una empresa alemana especializada en hacer copias bastante descaradas de juegos clásicos, y no cuesta encontrar a Pang (aunque muy distorsionado) en su Ooops Up, o a Columns en su Gem´X, entre otros muchos casos similares.
(Comentaros, para aclarar posibles errores, que la empresa Demonware que desarrolló este título, nada tiene que ver con la subsidiaria de Activisión del mismo nombre.)
Si su diseño general hubiese estado algo más pulido, sin duda que hubiese sido un juego casi perfecto, pero aun con todo, calco mecánico incluido, P.P. Hammer es un must have de Amiga, y uno de los mejores títulos aparecidos durante ese año para este fenomenal sistema.
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